domingo, 18 de abril de 2010

DESEOS

Basta que busquéis el reinado de Él y lo demás os lo darán por añadidura. Lc 12,31.
La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho adictos la sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible.
El día en que entres de pleno en tu realidad, el día en que ya no te resistas a ver las cosas como son, se te irán deshaciendo tus cegueras. Puede que aún sigas teniendo deseos y apegos, pero ya no te engañarás.
La raíz de todo sufrimiento es el apegarse, el apoderarse. Apegarse no es más que proyectar el ego. Tan pronto como proyectas el yo en algo, el apego se instala. Cuando retiramos lentamente las palabras "yo, mío, a mí" de nuestras propiedades, campos, ropas, sociedad, congregación, país, religión, de nuestro cuerpo, el resultado es liberación, libertad. Cuando no hay yo, las cosas son lo que son. Dejas que la vida sea vida.
El hombre en el mundo moderno es demasiado egocéntrico. Haz una lista de tantos deseos como sea posible, de tantos problemas como sea posible. ¿Donde encaja Dios y la búsqueda de Él en la lista?

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