domingo, 26 de diciembre de 2010

EL SILENCIO DE DIOS


¿Por qué el silencio de Dios? Veo tres razones fundamentales. Dios se nos revela en el silencio porque Él es el Altísimo y el Totalmente Otro. Dios vive el silencio porque Él es el Dios de la Belleza y del Amor. Y Dios comparte con nosotros su silencio porque nos invita de este modo a elevarnos y a entrar siempre más profundamente en nosotros. Dios está en silencio. Esto no debe turbarnos. Dios es tan Trascendente, tan Alto que ningún oído humano puede escucharlo. ¡Qué pequeño dios sería un dios que pudiéramos ver y sentir! “Grita más fuerte, tal vez no te siente”, ironiza el profeta Elías dirigiéndose a los profetas paganos de Baal. No. El verdadero Dios calla porque es verdadero. No se lo puede ver sin morir a las tinieblas del pecado, y no se lo puede sentir sin deshacerse de lo mundano. Sin embargo, no estamos condenados a no saber nada de Él. Porque no obstante su gran silencio, Dios nos ha entregado tres grandes libros en los cuales todo habla de Él. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica le mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia.” Prestemos atención a cómo sigue el salmo: “No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; más por toda la tierra se escucha su voz, y su palabra hasta el confín del mundo.1” Por tanto, lo creado es un libro que “los ojos de la fe” pueden leer y que “el oído del corazón” puede oír. Nos corresponde a nosotros entonces saber contemplar; y comprenderemos que cuando Dios está en silencio, toda su obra nos habla de Él. “Señor”, dice Kirkegaard, “haz que nos demos cuenta de que Tú hablas cuando callas”.

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